domingo, 2 de enero de 2011

A DISTANCIA

A distancia

Ahora vienes después de un año a preguntarme que pasa y yo que te puedo decir si no me he movido de esta piedra que está en el territorio. Ella vino un par de veces a verme pero no me supo describir un solo muckakano, solo me dijo lo que fue sintiendo día a día en convivencia con estos que no sabe si llamarlos seres, o que cosa, porque de humano desde luego no tienen un pelo, eso dijo, y al decirlo sonrió un poco torciendo el labio y me pidió que te diga que no te preocupes porque no sabe cuánto va a durar su idilio con ese muckakano porque recién ahora se da cuenta que nunca es el mismo y eso lo supo por los distintos modos en que le ha respirado, ah, sí, me olvidaba, porque los muckakanos no hablan sino que respiran y cada uno exhala de un modo diferente
Yo me quedo en el territorio observándoles desde lejos, ¿y sabes porque no me acerco? Porque la vi muy cambiada, no es ella la que conozco desde tantos años, y cuando la veas no la vas a reconocer, ¡la han respirado tanto!, que ha perdido ese aire ligero que tenía, ya no es ella, la mirada le ha cambiado, como si sus pupilas estuviesen llenas de arena, y mueve las manos de un modo tan curioso que por eso me mantengo a distancia porque tengo miedo de acercarme y hacer amistades y que me respiren sin malas intenciones por supuesto pero temo que por ese respirar vaya yo a perder este yo que es el cimiento de lo poco que tengo por eso los observo desde lejos y los veo siempre con ese color que no deja de ser ni azul ni verde y esa forma de caminar que encuadra todo el paisaje que los circunda como si andaran a tientas por una pintura surrealista.
Algunas veces he oído un sonido que emiten parecido a una flauta que se ha dejado afuera y es soplada por el viento, y ese sonido se me ha colado en los sueños y he despertado mirando la luna en medio de esa música, pero inmediatamente supe que no había despertado sino que me había metido en otro sueño y así sucesivamente en otro y en otro hasta despertar en esta rara realidad sintiendo por todo el cuerpo la vibración de la flauta soplada por el viento.
Debería irme, pero no puedo, hay algo que me atrae ¡con tanta fuerza!, algo que me deja aquí sentado en esta piedra sin poder moverme de lo contento que por ahora me siento.

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