De
la novela que vengo trabajando años y que aun no tiene ni título, di con este
fragmento que lo ofrezco, tal vez motivado por este cambio de clima cuando el mar
se ve más nítido y más fresco, como para acercar recuerdos
Las cosas estaban tan caras en Saint Tropez
que decidimos vivir como si no tuviésemos nada para que el presupuesto de la India no se quede en manos
de estos franceses. De modo que tuvimos ir
a un mercado y pasar por las filas de latas y cajas de comida, ver como un queso
caía al bolsillo, una latita de paté, guisantes en conserva que son buenos
calentándolos en nuestra única sartén cacerola, todo al bolso de Ahinoa donde también cayó un paquete de galletas saladas, de acuerdo a
mi pedido. Y la tercera noche, después de una redada en el supermercado, vi afuera
de una frutería una caja con un melón rosado, eché a correr y lo recogí como se
levanta la pelota en el rugby.
Por la noche pusimos la toalla de Ahinoa como mantel sobre la caja de
tomates, pusimos una vela en el medio, las galletitas alrededor, el paté ya
abierto a un lado, y las tajadas de melón formaban una flor rosada en el plato.
Todo con vistas a las luces estrellas de San Rafael que reflejaban líneas de luz en el mar de la noche. Entonces comíamos despacio, muertos de risa, ¡qué
lujo!, si estamos mejor que esos pedantes de los yates, Sí, decía Ahinoa, ellos
no tienen esta arena ni este aire tranquilo. Y seguro que tienen un melón de
mierda de esos congelados. Y nos da mucho más el aire del mar. Puta, nos falta
un buen vino, Ya no cabía nada en mi bolsa, conténtate con lo que tienes
Andrés.
En
realidad lo que teníamos en ese momento era impagable; era ese aire fresco de
la noche de final de verano y las luces de la otra costa que se desprendían
elevándose para convertirse en estrellas; las estrellas del viejo mediterráneo.
Y tenía esta mujer como un segundo yo que salía de mi fantasía. Los dos nos habíamos
creado del barro y de las costillas. Los dos éramos unos toscos Adán y Eva y
nos habíamos inventado para este viaje que salía también de nuestros grandes
sueños.
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