jueves, 29 de mayo de 2008

La Orilla

Estaba sentado en la arena con las piernas cruzadas cuando los vi llegar con su niño. Dejaron las bolsas en una hamaca y se metieron vestidos en el agua como suelen bañarse los indios, la pareja tenía los mismos pantalones y el niño un "short" oscuro. Se tomaron de las manos y entraron riéndose y chocando contra las mantas de espuma que llegaban de las olas.

Ella que tendría 27 o 30 años, por ahí, se empezó a enloquecer tirándose al agua dando alaridos como una niña que juega a asustarse, la risa de esta mujer parecía combinar con el fuerte ruido del mar. Se echaba en la orilla y se dejaba arrastrar riéndose a gritos, se levantaba, corría hacia la arena y volvía a echarse con todo el alma embistiendo las espumas y se revolcaba y eran agua camisa espuma pantalón arena y los pelos empapados pegados a la cara con ojos de "Merry Melody" que se abrían redondos por el encanto de lo que le estaba ocurriendo. Y otra vez levantarse para saltar sobre la ola y perderse lejos hasta quedar muy por encima del cochino mundo o del maravilloso gran mundo que quitándose la basura de encima rescata unas pocas almas que siguen fieles a su principio natural .

Pensé en los millones de ejecutivos, abogados, artistas, sacerdotes, políticos, comerciantes, informáticos, revolucionarios, terroristas, borrachos, drogadictos, amas de casa, pintores de paredes, buscavidas, cabareteros, funcionarios de banco, ferroviarios, y una interminable lista de etcéteras que buscan por caminos equivocados la meta que esta mujer niña había encontrado por tener la suerte de conservar su capacidad de asombro.

Y así nomás señores me quedé con las piernas cruzadas en la arena durante largo rato, contemplando la felicidad que se bañaba en la orilla.